miércoles, 22 de junio de 2011

La fiebre


El reloj marcaba las 10:40 de la mañana. las agujas parecían retumbar en sus oídos, su espalda yacía como una enorme roca en el absurdo colchón que nada reconfortaba. Por momentos sentía que sus miembros se sacudían bruscamente al ritmo de su agitado corazón, pero estaban quietos en el angustioso silencio.
La condena de la espera empeoró. Escuchaba y veía, alucinaba fuertes miedos y la fiebre alojada en su nuca no la dejaba mover la cabeza con libertad ¡Que agonía sufría! La sangre le hervía y sentía ampollas de calor en todo su cuerpo.
Las voces la obligaron a murmurar y temblar en un frenesí casi maniático propio del delirio.
El reloj marcaba las 10:45. El castigo era eterno, salía como una llama vaporosa de su boca directo desde su vientre y sin embargo no podía articular una sola palabra. El espantoso dolor la hacía llorar, sus ojos se perdían entre las lágrimas y nada veía ¡Que agonía que sufría!
El reloj marcó una nueva hora y el veneno aún la estremecía. Un rato más tarde, sus párpados comenzaron a caer como pesadas bolsas y las agujas ya no parecían molestarle. Se había dormido quebrantándo su voluntad y quizás la fiebre había aminorado.

2 comentarios:

  1. Este lo escribiste con fiebre no? jeje también muy bueno niña bonita ^-^

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  2. jojo! asi nadie va a tener ganas de tener fiebre loca! te descucbri! jajjaja. se te quiere :)

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